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. . . .  el movimiento de noticias del mundo enológico,  y de la actualidad de los vinos en este  espacio de ...  Bogotá Gourmet.

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TODO ACERCA DE LOS VINOS Y LA ENOLOGÍA

SECRETOS Y TIPS 

10 tips sobre acuerdos entre vinos y comidas

 

 

 

El vino es la única bebida capaz de resaltar el sabor de las comidas que disfrutamos a diario. Dolli, como nadie, conoce a la perfección la explosión de sabores que significa combinar un plato preciso con un vino indicado. Aquí nos revela 10 tips fundamentales, que ella utiliza en su cocina, para tener en cuenta a la hora de pensar en un plato y elegir con qué lo va a acompañar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




Acuerdo, combinación, armonización o maridaje son todos términos válidos para describir lo interesante que resulta armar un plato específico con el vino adecuado. Si bien no es una ciencia exacta, para combinar comida y vino hay que pensar equilibradamente no sólo en las características de la preparación y en su forma de cocción, sino también en las particularidades de cada producto, de cada cepa, de cada vino en particular.
Partamos de la base de que los maridajes no tienen que ver con la alta gastronomía. Todas las bodegas tienen etiquetas de calidad a precios accesibles que pueden ir perfectamente con el asado del domingo, el puchero de una noche fresca o el pollo al horno con papas. No hay excusas para no tener una copa de vino en la mesa de todos los días y acordarla con la cocina de casa. Aquí les dejo 10 tips fundamentales para tener en cuenta a la hora de pensar en combinar vinos y comidas.

• Empezar siempre con un vino ligero, refrescante, que puede ser un espumante, un Sauvignon Blanc o un Torrontés, para después ir subiendo en intensidad con tintos con más cuerpo. 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

• Pan y vino es una combinación perfecta. Lo mejor es utilizar panes neutros, ricos, con buena corteza y miga, con el punto de sal perfecto. Para lucir un plato, nada mejor que unas tostadas, una focaccia, grisines, láminas de pan crujiente o un buen pan de campo de fermentación propia.

• Después de un plato untuoso, con mayonesa o aceite, un trozo de manzana verde o de pera sirve para limpiar el paladar y seguir disfrutando del vino. 
En el momento de utilizar condimentos y/o aderezos, habrá que tener en cuenta el ácido que aporten al plato para que no compitan con el vino. El quid es darle el equilibrio justo, utilizarlos con prudencia, no querer poner todo de golpe, sino jugar y sazonar cada plato, pero en su justa medida. Hay que saber que si se trata de hierbas, se debe agregar muy poca cantidad, si son secas mucho menos que si son frescas. Una hoja de laurel, por ejemplo, alcanza para perfumar varios litros de agua. En cuanto a las especias, hay algunas que se pueden usar en abundancia, como la canela, pero si se trata de clavo de olor o cardamomo, se deben emplear con mesura. 

• Existe una regla que dice que es necesario utilizar en la cocción de una comida (si así lo requiriese) el mismo vino que vamos a beber, pero si voy a descorchar uno que ha tenido una prolongada crianza en barricas de roble, tengo que buscar, dentro de la misma cepa, uno que no haya pasado por madera, porque a veces los taninos tan intensos suelen chocar con la preparación y pueden aparecer sabores amargos o demasiado fuertes y cierta astringencia.

• Si lo que quiero es hacer una reducción, debo buscar dentro de la misma bodega un vino de la misma cepa, pero de una línea más económica que la que voy a beber durante la comida. Claro que no es necesario cocinar con vinos de alta gama, pero sí con aquellos que están, al menos, un escalón por encima de los de la última franja de precios. 

• La marcada acidez de los alcauciles –producto de la cinarina– hace que no funcionen con ningún vino. Algo parecido sucede con los espárragos, aunque si se los acompaña con ingredientes amables, se puede lograr una integración de sabores en la boca para amalgamar con algún vino.

 

Maridajes, por Dolli Irigoyen, tomado de la revista DESCORCHADOS.

RECORRIDO POR EL MUNDO DE LOS VINOS.

 

La historia vinícola de Turquía es milenaria

 

 

.....pues su extremo oriental está en la zona sur del Caúcaso -incluye los países limítrofes Georgia y Armenia-, que se considera la más probable cuna de la viticultura mundial, pues hay rastros de esta actividad de más de ocho mil años.
Durante el largo periodo del Imperio Bizantino (s. IVXV), Constantinopla, estratégicamente situada en la encrucijada entre Oriente y Occidente, era el enclave comercial más importante de la zona, siendo el vino uno de los productos de transacciones e intercambios. Posteriormente, ya bajo el Imperio Otomano, casi llegó a desaparecer la viticultura hasta que en 1925, el propio Kemal Atatürk, presidente de la República de Turquía, fundó la primera bodega.
Sorprendentemente Turquía es el cuarto país del mundo en cuanto a superficie de viñedo con más de medio millón de hectáreas, (prácticamente empatado con China y por encima de Estados Unidos) y sólo por detrás de España, Italia y Francia, aunque la mayor parte de su producción se dedica a uvas de mesa, siendo muy pequeño el porcentaje destinado a elaborar vino.abe indicar que en este país el vino tiene en su contra las prohibiciones islámicas, pues aunque es oficialmente laico, la gran mayoría de la población es musulmana, y o bien tiene una actitud hostil hacia el vino, o simplemente no lo bebe.
La frase “el alcohol no es tu amigo” acompaña a las botellas de vino, latas de cerveza y demás envases que contengan bebidas alcohólicas, una disposición del gobierno turco para limitar su consumo y que, sumado al fuerte incremento anual del impuesto sobre ellas, disuaden a la población. Incluso el raki, el popular licor anisado –parecido al ouzo griego, al rakia búlgaro o al arak libanés– se ha convertido ya en un lujo.

La orilla europea
La producción de vino en Turquía solo está despegando de forma evidente en los últimos años, sobre todo desde el desmantelamiento del monopolio estatal (2004), que ha hecho que se cuadruplique en este corto período, pero que aún así supera tanto a la libanesa como a la israelita. La pequeña parte europea de Turquía, llamada también Tracia, concentra un 40% de la producción y las regiones cercanas al mar Egeo otro 20%, mientras que el resto se reparte por el centro y este del país.
Turquía cuenta con interesantes variedades locales entre las que destacan las blancas emir, plantada en los volcánicos suelos de Capadocia -pues se ha adaptado bien al frío y la altitud de esa región-, y narince (que significa “delicada”), en las zona del mar Negro, donde produce blancos frescos y aromáticos, con algún toque mineral.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entre las negras sobresalen adakarasi, bogaskere, muy tánica (el nombre significa algo así como “quemagargantas”), oküzgözü (“ojo de toro”), y kalecik karasi (“negra del castillito”), que produce tintos suaves y rosados.unto con ellas hay un creciente número de viñas de cabernet sauvignon, cariñena, garnacha, garnacha tintorera merlot, syrah, y las blancas chardonnay y sauvignon blanc, que se usan tanto para varietales como para interesantes cuvées con variedades locales. En Turquía también se produce el original “Tatli Sert”, un vino generoso que se elabora tanto con uvas blancas, especialmente narince, como negras, sobre todo con oküzgözü, en un estilo parecido al oporto y envejecido entre siete y diez años antes de salir al mercado.
El blanco tiene un color ambarino y el tinto más cereza con tonos teja en el borde. En cuanto a bodegas, Turquía cuenta hoy con más de cincuenta, pero la mayoría del vino está controlado por tres grandes compañías: Doluca, fundada en los años 20, muy comprometida con la investigación de los terruños turcos y con la exploración del potencial de las variedades locales, sin renunciar a la plantación de cepas extranjeras; Kavaklidere, que en su día contrató a Stephane Derenoncourt de consulto


Posteriormente se encabezan sin que sobrepasen el 20% de alcohol, aunque normalmente se quedan en el 14% o 15%. Los vinos de Commandaria pueden llevar indicación de añada aunque algunas bodegas utilizan el sistema de soleras. De hecho Commandaria tiene un paso de boca parecido a un oloroso dulce.
El resto del vino chipriota tiene menos interés. La lenta modernización de la industria vinícola no comenzó realmente hasta la década de los 90 y aún presenta serios obstáculos como son el hecho de que la mayor parte de la producción esté en manos de cuatro grandes compañías y la tierra dividida en miles de pequeños propietarios. Además dedicaba grandes cantidades de vino a la exportación a la antigua Unión Soviética y la elaboración de una imitación del jerez, el llamado Cyprus Sherry, ya desaparecido.
La variedad mavro ocupa tres cuartas partes de las viñas, pero el vino tinto que con ella se elabora no tiene mucho color por lo que es muy común el sangrado. La xynisteri produce blancos aromáticos y se mezcla con malvasía grossa y con palomino. Desde los años 60 se han llevado estudios para identificar variedades de uva que se adapten al clima y suelo chipriotas, lo que ha resultado en plantaciones de cabernet sauvignon, garnacha, cariñena, Chardonnay e incluso riesling y a explorar las posibilidades de otras variedades locales como la blanca pomara y las negras opthalmo y maratheftiko.
Esta última es muy prometedora, pero por un lado es poco resistente a enfermedades y por otro presenta la curiosidad de ser una de las pocas variedades no hermafroditas, por lo que requiere estar plantada mezclada con otras pues para que produzca uvas tiene que ser polinizada por ellas. El futuro del vino de Chipre pasa precisamente por estos dos caminos, la revitalización y mejora cualitativa de los vinos de Commandaria y la exploración de nuevos estilos y variedades para los vinos de mesa.
Fuente: Revista Club de Gourmets

 

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